Por Jorge Montenegro
Escribo este artículo a las 5:14PM del jueves 9 de septiembre, completamente seguro (Como todo el país) que -al mejor término del béisbol- seremos barridos en esta triple fecha FIFA por Argentina, Perú y Paraguay.
Sí, era previsible un resultado adverso, que en el fútbol y para ciertas selecciones, los partidos de visitante son una vara muy alta para alcanzar. Por ejemplo, nunca hemos ganado un juego en Lima, cosa que parece imposible en nuestro deporte nacional. La única barrida que recuerdo han sufrido los Tigres de Aragua se la propinó en Magallanes el año pasado, precisamente porque por las condiciones del Covid, solo se jugó uno de cuatro juegos programados.
¿Por qué mi referencia al béisbol? Porque como ciudadano de Clase Media (Más por acceso a educación que por fortuna), he visto como el fútbol ha crecido muchísimo en mi entorno. De niño, fui testigo de cómo un país ignoraba a su selección nacional por apoyar a Argentina o Brasil en los mundiales, y “La Champions” era reservada a los colegios de curas, pero con mayor pluralidad: Los hijos de italianos le iban al Milán y a la Juve, los portugueses al Porto, los españoles al Madrid… Sí, el Barsa era un fenómeno reservado para mi tocayo catalán Jordi Gené.
Hoy existe un apoyo nacional a La Vinotinto, que claramente supera a cualquier equipo de béisbol (por separado) y que se mimetiza con las selecciones de baloncesto y durante el Clásico Mundial de Béisbol. Pero aun así pareciera que los fanáticos millenials tienen un pique: El fútbol debe convertirse en el primer deporte nacional.
En los recientes días, he leído cualquier cantidad de opiniones en twitter, y recuerdo que Richard Páez se molestó porque algunos periodistas, luego de la derrota ante Perú, escribieron que Venezuela nunca ha tenido jugadores élite (O que el “Cielo es Azul”).
Sí, el fútbol es más popular hoy que antes. Sí, muchas zonas de Venezuela que ni sueñan con tener un equipo de béisbol, tienen hasta 3 de Fútbol. Pero hay que pisar tierra.
¿Qué es un jugador élite? Un deportista que sea titular en la mejor liga del mundo. El baloncesto nos dio 3 (no titulares). El fútbol nos dio a un Juan Arango figura durante años en la Bundesliga. Pero en este punto, el béisbol le lleva una morena a cualquier deporte nacional.
El baloncesto, en lo colectivo, nos ha dado casi todas las alegrías en deportes colectivos en los últimos 30 años. El fútbol apenas un cuarto lugar (De 12) en una Copa América.
El Boxeo, el taekwondo, la natación y ahora el Atletismo, monopolizan nuestro medallero olímpico, evento en el cual regularmente no participa ni el béisbol y el karate.
Por último, la primera gran victoria de Venezuela como nación nos la dio en Béisbol en el mundial de Cuba de 1941. No fue la ciencia, ni la música, ni otra actividad humana ajena a una guerra de independencia, que trajo gloria y reconocimiento a nuestra nación. Fue nuestra pelota. Por eso, el béisbol siempre será nuestro deporte nacional.
Dato curioso: México es el único país del mundo con una buena liga de béisbol, en donde el fútbol le supera en afición.
En conclusión, el fútbol nacional ha crecido, pero no es el deporte con más fanáticos en el país, y está a metros de desarrollo de muchas disciplinas amateur, a kilómetros del baloncesto y a años luz del béisbol. Esa es la realidad y hay que pisar tierra.
La pregunta que se realizaría un verdadero genio no es el qué o el por qué, sino el cómo: ¿Cómo hacemos para que el fútbol atraiga a nuestros atletas de alta competencia como el béisbol? ¿Cómo hacemos para que todas las mañanas tengamos ejércitos de niños en academias asistiendo a practicar fútbol, como ocurre en el béisbol? Y, no menos importante ¿Qué le falta a nuestra liga local para arrastrar el interés del 90% de los venezolanos, como estadísticamente lo hace el béisbol?
Y este artículo no lo escribe un hater del fútbol, sino un fanático de todo deporte donde Venezuela esté representada, y que se caló las humillantes goleadas a nuestra selección desde las eliminatorias de Italia 90, sí, aquel equipo de Guacharaca Baena, Carlos Maldonado y mi amigo y recordado Pedro Febles.
Foto: Cortesía.